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El presidente busca ‘in extremis’ un gobierno de unidad

HÉCTOR ESTEPA. Atenas (El Mundo) Los pronósticos más pesimistas para Grecia auguraron hace unas semanas una crisis política añadida a su ya de por sí delicada situación económica: no se equivocaron. Siete días después de sus elecciones generales, Grecia sigue sin gobierno y su posición dentro de la Eurozona ha comenzado a cuestionarse con fuerza.

Agotados los turnos de negociaciones para formar gobierno, el presidente de la República Carolos Papulias convocó a todos los líderes de los partidos con representación parlamentaria a reunirse hoy para explorar la posibilidad de formar un gobierno de unidad nacional. Si no lo consigue, convocará elecciones para el 10 o el 17 de junio.

Su éxito parece difícil: la Coalición de la Izquierda Radical (Syriza) se niega a formar parte de un  gobierno junto a Nueva Democracia (ND) los socialistas griegos (Pasok) e Izquierda Democrática (Dimar). Los 19 diputados de éste último partido son básicos para alcanzar una mayoría en el parlamento y crear una alianza, pero sólo aceptaría pactar si también lo hace Syriza, bloqueando las negociaciones.Sin tener en cuenta, además, la extrema debilidad de un pacto que estaría formado por partidos con ideologías contrarias.

No es probable que el líder de la izquierda radical, Alexis Tsipras, cambie de opinión hoy por su posición frontal en contra de las medidas de austeridad.

Además, los pactantes han acusado a Tsipras de buscar unas nuevas elecciones: una encuesta publicada por la cadena Alpha el viernes le daba a Syriza el 23,8% de los votos, un 7% más que el pasado domingo. La izquierda radical podría convertirse en la fuerza más votada y alcanzar una cifra aproximada de 120 diputados que le facilitarían formar un gobierno adaptado a su programa.

Aunque lo ha criticado, el líder de Syriza se embolsaría el bonus de 50 diputados que la Ley Electoral griega otorga a la fuerza más votada. Se quedaría a tan sólo 31 diputados de los 151 que dan la mayoría en un parlamento de 300 asientos. “Sin embargo, es posible que los resultados no cambien en unas nuevas elecciones” dice el analista político Stylianos Koutnatzis, profesor de derecho en la Universidad de Atenas. Unos nuevos comicios fallidos complicarían mucho más el panorama político griego.

Ocurra lo que ocurra hoy, algo es seguro: habrá una confrontación entre Grecia y la Troika (el grupo formado por el Banco Central Europeo, la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional).

Ningún líder político habla ya de llevar a cabo los planes de austeridad pactados con las instituciones internacionales. El conservador Samaras quiere renegociar los acuerdos, el izquierdista Kouvelis aboga por un abandono gradual del memorando y Tsipras acabar con las medidas de austeridad. Ni siquiera Venizelos, su gran valedor, aboga ya por cumplir los planes.

Si cumplen sus promesas, el choque con Bruselas parece inevitable. Ayer mismo, el presidente del Bundesbank y legislador del BCE Jens Weidmann lo dejaba claro: “Grecia no recibirá más ayuda financiera si no se ciñe a los acuerdos ya pactados”, dijo en una entrevista con Sueddeutsche Zeitung. Si se bloquean los fondos de las ayudas, Grecia podría comenzar a tener problemas de financiación a partir de julio.

Muchos de los plazos acordados en el memorando se están agotando ya y unas nuevas elecciones volverían a retrasarlos. El ‘nuevo’ gobierno griego debería haber aprobado esta semana un plan de recapitalización bancaria. Obviamente, esto parece lejano a producirse, mientras las entidades están teniendo problemas para prestar dinero.

Según la agenda de los rescates económicos, Grecia debería presentar un plan para recortar su gasto por unos 11.000 millones de euros (un 5,5% de su PIB) antes de finales de junio, algo prácticamente imposible si el nuevo gobierno es elegido a mediados de mes. Si además, tampoco estaría dispuesto, la situación empeora.

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